miércoles, 27 de julio de 2011

Igualito a su papá.

Hoy me entere que otra amiguita esta embarazada. Me emociona muchisimo saber que vienen más bebés en camino y que conocerán la bendición que es ser madre. Entre las principales preguntas que hacemos al enterarnos de una noticia así (después de felicitar y desear lo mejor) son dos: "Y ¿qué quieres que sea, niño o niña?" "Y ¿ya pensaron el nombre?" Y es que antes de saber quienes somos ya nos llaman por nuestro nombre.
Mi bebé se llama Nelson Alonso. Igualito a su papá. Y al abuelo de su papá, osea que vendría siendo Nelson Alonso III. Además de que fisicamente es 85% parecidisimo a él (el otro 15% me lo adjudico yo misma). Estoy segura que mi chaparrito algún día me hará la pregunta obligada: "Mamá, ¿porqué me pusieron así?". Y yo le responderé con otras dos preguntas: "¿Porqué hijito? ¿no te gusta tu nombre?".
Cuando supimos que nuestro bebé era un varón empezó en todos aquellos que nos rodeaban una lluvia de ideas y de opiniones con respecto al nombre que "convenía" ponerle... Algunos opinaban que lo indicado era que se llamase como su papá, ¿acaso podría ser de otra forma?, siendo el primogénito era la perfecta ocasión para que mi marido heredase su nombre. Otros muchos opinaban que por ningún motivo le pusiéramos así, ¿donde dice que los hijos deben llamarse como los padres?, "que tenga su propia identidad" decían... Caso al cuento (como dice la pedicurista de una amiga), mi marido, Nelson Alonso II entro en una disyuntiva respecto a sí debía o no traspasar su nombre al bebé en camino. Mientras tanto yo desesperaba por saber el nombre de mi chaparrito, ya que, afortunadamente, desde antes de concebirlo dije que si era varón respetaría la decisión del papá de llamarlo como él quisiera. Cabe aclarar que el nombre de mi marido me parece muy bonito y poco común (aunque telenovelesco), por lo que no tenía porque oponerme si decidía ponerselo.
Nuestro nombre es NUESTRA MARCA REGISTRADA. Sin duda, influye en el quienes somos y en como nos proyectamos ante las personas. En la mayoría de los casos, lo escogieron para nosotros nuestros padres (o abuelos, o tíos, o hasta amigos), por deseos o necesidades de ellos. Así, la cuestión del nombre, se convierte en una de las primeras decisiones trascendentales que tenemos que tomar respecto a lo que consideramos mejor para nuestros hijos, por lo que hay que dedicarle suficiente tiempo al tema.
Finalmente, pasaron las semanas y al comenzar los preparativos para el baby shower era JUSTO Y NECESARIO tener resuelto el asuntito del nombre. Después de varias conversaciones de sobre mesa y de otras varias en sala de espera de consulta, mi marido tomo una decisión y yo lo apoye. Nuestro hijo se llamaría Nelson Alonso. Era su sueño. Heredar su nombre y con el un poco (o mucho) de sí mismo.
Obviamente cuando dimos a conocer la noticia no se hicieron esperar los comentarios al respecto, algunos positivos y otros no tanto, pero ambos estabamos contentos. Nuestro bebé ya tenía nombre. Claro que después vino la siguiente obligada pregunta del "público": "Y ¿cómo le van a decir de cariño?, ¿cómo diferenciaras cuando le hables a Nelson chico de Nelson grande?"... Sin comentarios, a veces respondia, otras simplemente gesticulaba.
El plazo se cumplió y Nelson Alonso tiene 4 meses enriqueciendo nuestras vidas. Le digo de todas formas y el sabe perfectamente cuando me dirijo a él y mi marido sigue distinguiendo cuando le hablo a él. Lo que sí es que... si ya era lindo tener un Nelson Alonso en mi vida, tener dos es maravilloso.
Buenas madrugadas ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario