Hace unos días tuve una sensación que nunca había tenido antes.
Les cuento. Por gajes del oficio, nos quedamos sin un vehículo por lo que mi esposo me llevo a dejar a bbzote a casa de mi tía, de ahí a la universidad donde doy clases y el se fue a trabajar. Quedamos que si el se desocupaba antes que yo iría por mi. Sin embargo, yo me desocupe antes que el por lo que se me hizo fácil tomar un taxi hacia casa de mi tía. Iba a llamar a un radio taxi pero como llovía muy fuerte supuse que tardarían mucho en llegar (si es que llegaba) y mejor me aventure a tomar un taxi en la calle. Por fortuna no tarde nada, en cuanto hice la parada se detuvo uno y me subí. Tuve que irme adelante porque atrás venia ocupado. El taxista venia escuchando la radio y platicando con el pasajero de atrás de lo fuerte que estaba lloviendo, de que ya estaba inundada una colonia, de que las calles están todas rotas y se llenan de agua, etc. Yo no participaba de la conversación porque venia preocupada que no nos fuéramos a chocar. Y no es que el taxista condujera mal pero con la platicada, el trafico caótico y la lluvia fortísima pues me llevaba con el Jesús en la boca rezando en silencio. Ahí fue donde apareció la sensación que nunca había tenido: “Dios mio, que no nos vayamos a chocar. Que no me pase nada por favor”. Era la primera vez en mi vida que tenia ese pensamiento, esa sensación de “no me debe pasar nada”. Pensaba en mi hijito. En que depende de mi. Todos sus cuidados se los proporciono, junto con mi esposo. Obvio que los abuelos y los tíos lo aman y son felices cuidándolo pero los papas somos nosotros. La mama soy yo. Y no me puede pasar nada por el. No se si les suene muy egocéntrico, o muy paranoico, pero es la verdad.
Desde el día que supe que su vida estaba dentro de mi comencé a cuidarme. No es que antes no lo hiciera pero sin duda el tema de mi salud no era prioritario.
Deje de fumar (nunca lo había hecho en 15 años), empecé a comer bien, a mis horas, alimentos naturales (o lo mas naturales posibles), suspendí por completo el café y la coca-cola y evite los refrescos gaseosos. Inicie mi rutina de yoga y hasta la fecha continuo practicándola. En fin. Hasta en eso nos cambia un hijo. Sin duda, espero que Dios nos preste muchos años para ayudarlo a crecer y compartir con él…
Muy lindo. Tienes razón, cuando nacen, te caen veintes que nunca te habían caído y entiendes que si no te cuidas por ti, debes hacerlo por tu hijo, por tu familia.
ResponderEliminarSólo tengo una duda.. ¿cómo que el taxi venía ocupado? ¿allá hay taxis colectivos? :P